jueves, 24 de marzo de 2016

Cambios en la piel del corredor

Los “runners” (corredores, aficionados a correr) son cada vez más frecuentes. De hecho, se calcula que más de 30 millones de estadounidenses corren de forma regular, y cada vez existe una mayor proliferación de carreras, tanto de corta como de larga distancia.

La piel es un órgano dinámico, en que pueden originarse cambios en relación a la práctica deportiva, aunque estos cambios pueden ser muy variables según cuál sea el deporte practicado. Además, en el caso de los corredores, variará igualmente según diferentes factores, como el medio en que se corra (pista, calzada, tierra… al aire libre/indoor), según si se trata de velocistas o corredores de media o larga distancia, y por supuesto, según a qué nivel competitivo se produzca ese ejercicio, puesto que no es lo mismo el que corre de forma ocasional y poco intensa, al que lo hace de una manera más o menos profesional.



Así, aunque es obvio que correr conllevará beneficios para la salud (a nivel cardiovascular, control de peso, a nivel psicológico…), la mayoría de estos corredores desarrollaran trastornos en su piel, que en muchos casos les llevarán a solicitar ayuda médica. Algunas de estas manifestaciones cutáneas serán inespecíficas y comunes a otros deportes, mientras que otras serán muy específicas de esta práctica deportiva.

Dividiremos estas posibles manifestaciones cutáneas en dermatosis traumáticas, infecciones cutáneas, dermatosis inflamatorias y dermatosis ambientales y finalmente, el cáncer de piel.

-Dermatosis traumáticas:
Aparecen en relación a traumatismos (que pueden ser microtraumatismos repetidos, o bien grandes traumatismos), al roce, a la fricción, la presión, etc. 
Algunas son muy frecuentes, y podemos encontrarlas en muchos deportes diferentes, como son la aparición de ampollas, callosidades y onicodistrofias (alteraciones de las uñas). Las ampollas deben drenarse manteniendo su techo que actuará como “protector”. Su prevención se base en el uso de calzado adecuado, doble par de calcetines, y aplicando vaselina. 
Otras alteraciones son bastante específicas, como ocurre con el llamado “dedo del corredor” con onicodistrofia en la uña del dedo más largo del pie, que frecuentemente será el segundo dedo, y habitualmente en forma de hematomas bajo la uña e hiperqueratosis subungueal, y que incluso puede asociar hinchazón de dicho dedo en relación a los múltiples microtraumatismos repetidos (del antepie contra la punta del calzado). Estas alteraciones son más frecuentes al correr “cuesta-abajo”. Los hematomas de la uña se resuelven con el tiempo (que pueden ser varios meses), y sólo raramente precisarán de un drenaje. El diagnóstico diferencial más importante sería con el melanoma acral subungueal y con infecciones de la uña por hongos. Para prevenirlo es importante ajustar bien los cordones de los zapatos, así como usar un calzado adecuado (y de un número oportuno) y cortar las uñas correctamente (rectas y no demasiado cortas).
Igualmente específico también es el llamado “pezón del corredor”, típico de corredores de larga distancia, y sobre todo en ambientes fríos, en que por fricción continuada (más aún si por el frío hay cierta erección del pezón y con humedad asociada al sudor) se produce fisuración e incluso sangrado en el pezón, pudiendo apreciarse surcos lineales sanguinolentos en la camiseta.
El llamado “talón negro” (“talon noir”) consiste en una alteración en que se  produce un hematoma subcórneo (muy superficial) por fuerzas de cizallamiento, y que ante la duda veremos resuelto al retirar capa córnea (la capa más superficial de la piel) con una hoja de bisturí. El uso del dermatoscopio también será especialmente útil para su diagnóstico.
También se encuentra descrito el “runner´s rump” (“trasero del corredor”), en que se produce en la zona superior del pliegue interglúteo una cierta hiperpigmentación por micropetequias resultado del roce de una nalga contra la otra al correr.
Otro ejemplo de dermatosis traumática son las “pápulas pedálicas piezogénicas”, consistentes en pequeños bultos blandos que habitualmente aparecen en el talón y son más visibles si se hace presión sobre ese pie, y que son la expresión de pequeñas hernias hacia el exterior de la grasa que habitualmente está bajo la piel. Pueden ser (o no) molestas.
También tenemos los llamados “nódulos del atleta”, que son unos bultos duros relacionados con traumatismos crónicos (presión, fricción), de diferente tipo. En corredores suelen aparecer en el dorso del pie.
La “púrpura del corredor” (con lesiones de púrpura/petequias pruriginosas que aparecen en miembros inferiores y más raramente en cara), que suele aparecer desencadenada al correr en ambientes calurosos . Suele respetar la zona cubierta por el calcetín, y puede llegar hasta los muslos. Las lesiones suelen resolverse (con reposo) en 3-10 días.

-Infeciones cutáneas:
Las infecciones cutáneas que pueden asociarse a la práctica de este deporte son muchas y variadas… Aquí influyen diferentes factores, como el sudor, la maceración, el calzado o la ropa oclusiva, pero también el hecho de compartir vestuarios, duchas, e incluso el hecho de la llamada “inmunosupresión asociada al deporte”, y es que ante ejercicios de una gran intensidad se ha demostrado el desarrollo de una “bajada de defensas”, a expensas fundamentalmente de la llamada inmunidad celular.
Diferentes estudios han mostrado la existencia de hongos dermatofitos (“tinea pedis”, también llamada por algunos “pie de atleta”) en hasta un tercio de maratonianos. Ésta puede manifestarse de diferentes maneras, con descamación y fisuración entre los dedos (sobre todo entre los últimos dedos), como descamación a lo largo de la planta, o incluso en forma de vesículas (pequeñas ampollas), siendo fundamental en su prevención el evitar la humedad, uso de calzado y calcetín adecuado, evitar andar descalzo por vestuarios… y cuyo tratamiento suele realizarse con antifúngicos tópicos (el más efectivo la terbinafina), precisando en ocasiones el uso de antifúngicos orales.
Son frecuentes también en relación a la humedad la existencia de infecciones por corinebacterias que originan unos “hoyuelos” en la piel, que al confluir pueden dibujar llamativos mosaicos; es la llamada “queratolisis plantar sulcatum”.
Igualmente frecuentes son las llamadas verrugas plantares o “papilomas”, originadas por virus del papiloma humano, sobre las que ya comentamos en este blog (leer más) y que deben ser diferenciadas de las callosidades (clavos plantares, helomas…).

-Dermatosis inflamatorias:
Sobre todo merece la pena destacar la existencia de dermatitis (“eccemas”, áreas de piel enrojecidas, con picor, e incluso con ampollas…) de contacto, que pueden ser alérgicas o irritativas, originadas por el contacto con diferentes materiales del calzado o calcetín, y frecuentemente por contacto con cremas o esprays con efecto antiinflamatorio o antibióticas y vendajes usados en casos de esguinces). En muchos casos será necesario el uso de cremas de corticoides para bajar la irritación, e incluso ocasionalmente será preciso su uso vía oral.
Además existen múltiples estudios que destacan que correr podría actuar como desencadenante de brotes de urticaria (leer más sobre "urticaria"). Especialmente, de urticaria de tipo colinérgico, en que se producen múltiples pequeños habones “ronchas” pruriginosos de minutos de duración sobre todo en relación a los cambios de temperatura. Aquí el uso de antihistamínicos orales antes el ejercicio puede prevenir los brotes. Igualmente se ha descrito la existencia de anafilaxia desencadenada por este ejercicio (leer más sobre "anafilaxia"). Esto último suele relacionarse además con la ingesta de alimentos justo antes de salir a correr, y también podría ser útil para su prevención (además de no comer nada en las horas antes de correr) la toma de antihistamínicos o incluso de esteroides, así como evitar correr en ambientes muy calurosos o muy fríos.

-Dermatosis ambientales:
Aquí destacan las congelaciones resultado de correr a temperaturas muy bajas. El corredor debe saber que la combinación ejercicio-clima frío-viento disminuye la capacidad de la ropa para aislar, por lo que las prendas mojadas deben cambiarse cuanto antes.

-Cáncer de piel:
El riesgo de cáncer de piel merece una mención aparte, aunque podría englobarse dentro de las dermatosis ambientales, ya que se debe al efecto de las radiaciones ultravioleta al correr al aire libre, y casi todo puede extrapolarse del post publicado hace tiempo en este blog (ver enlace).
Por añadir algo al respecto, su prevención se basa en el uso de adecuada ropa (incluyendo gorras), evitar las horas centrales del día para correr, y en el uso de fotoprotectores tópicos adecuados, con un FPS de al menos 15, resistente al sudor, de amplio espectro, que no irrite los ojos… y aún así repetirlo tras sudar (al menos cada 2-3 horas).

Más información:
-Helm MF, Helm T, Bergfeld W. Skin problems in the long-distance runner 2500 years after the Battle of Marathon. Int J Dermatol. 2012;51:263-70.
-Mailler-Savage EA, Adams BB. Skin manifestations of running. J  Am Acad Dermatol. 2006;55:290-301.
-Christoph S, Cazzaniga S, Hunger RE, et al. Ultraviolet radiation protection and skin cancer awareness in recreational athletes: a survey among participants in a running event. Swiss Med Wkly. 2016;146:w14297   http://www.smw.ch/content/smw-2016-14297/

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